UN ECONOMISTA EN FOMENTO

Portavoz y único miembro del Gobierno que no se ha ido de vacaciones, o al menos así lo parece. Y es que tras las últimas apariciones en los medios, a uno le da la sensación que el ministro Blanco es el único que sabe de economía en nuestro país. ¿Por qué tardaría tanto Rodríguez en darle entrada en su gobierno?.

La cuestión es otra, pero. Desde que una marca, publicitara un homenaje a las “elenas salgados” de nuestro país, verdaderas artífices de la economía doméstica –cosa que debería disgustar a la ministra de la Igualdad, por aquello de diferenciarlas de los hombres- , da la sensación que todos pueden hablar de economía. Es como si con la aparición de la nueva gripe, todos sin distinción de clases, estudios, trabajo o desempleo, nos dedicáramos a opinar sobre, ya no las políticas preventivas, sino incluso qué medicamento se debe de administrar para combatir dicha pandemia.

Y en economía parece que se siguen los mismos cauces. Si hace unos días, tras la desafortunada –enésima desafortunada- presentación en sociedad de la ayuda de cuatrocientos veinte euros para unos pocos desempleados; tras la oportuna enésima rectificación por parte de Rodríguez; tras la ampliación del déficit por cuestiones de los errores de cálculo…, se lanzaba el bulo de que las grandes fortunas deberían cotizar mayor porcentaje a la Hacienda pública. ¿Y dónde estaba la ministra de Economía durante todo este embrollo?.

A las pocas horas, alguien del ministerio –no la ministra, por cierto- con estadísticas en la mano, hace caer todo aquel castillo de naipes, o aquellos castillos de arena, o simplemente el más elemental sentido de la prudencia. Resulta que los ricos son muy ricos, pero pocos. O sea que no tiene sentido aumentar los impuestos a los ricos…..

Y en esta que el ministro de Fomento, que se le supone debe saber mucho de carreteras, aviones y trenes, pero poco o nada de dineros, corrige con otra declaración pública. O no corrige. Tal vez sólo amplia. ¡Vaya uno a saber!. Hace cálculos y les sale que dos millones y medio de funcionarios son más que todos los ricos juntos, y así, por las buenas –o por las malas- decide unilateralmente que –ya que hace mucho calor- congelará los sueldos a los funcionarios.

Y no es la primera vez que a los funcionarios les congelan los sueldos. Ya lo hicieron otros gobiernos socialistas. Pero sí será la primera vez que saldrá de boca de un ministro de las averías del tren de alta velocidad y de los apagones aeroportuarios. Más que una política económica, es una política de imagen. ¿Cuántos desempleados no verán con buenos ojos este castigo hacia los funcionarios? La envidia suele ser un motor que conduce nuestra sociedad. Y el funcionario suele estar en los ojos de los envidiosos en los momentos de incertidumbre económica y laboral.

No voy a defender al funcionariado. No necesitan de mi ayuda. Les sobra y les basta por si sólos el argumentar sus posiciones. Y si deciden contraatacar tal vez serán muchos los políticos que tendrán que retroceder sobre sus propias palabras. Tampoco voy a atacar a los ministros, diputados, senadores y demás políticos que viven a cuerpo de rey con tanto presupuesto público. ¿Acaso no lo sabemos todos y seguimos apoyando su permanencia en estos retiros dorados?

Tampoco lo dice todo el ministro Blanco. No dice que a los funcionarios les va a cambiar el aumento de sueldo con más días sin trabajar. Tampoco dice que estos días sin trabajar obligará a aumentar el número de funcionarios. Tampoco dice que como no van a ampliar las plantillas por aquello de la contención del gasto público, deberán ofertar a empresas privadas o subcontratar servicios a otras empresas, aquellos menesteres que se queden sin realizar por la disminución de personal en la administración. Aunque eso sí, los dineros para pagar dichas empresas privadas saldrán de otro capítulo del presupuesto que nada tendrá que ver con el de “personal”. Luego ya podrá venir un juez, una legión de ellos, un fiscal y demás y empezar a investigar, o al menos velar por si todas estas contrataciones se han o no hecho con la observancia que la ley obliga.

Lo que si voy a mencionar es un hecho. Dos hechos, mejor, o tres al final. Algo se cuece en el Gobierno. O no se cuece nada. Vaya usted a saber. ¿Dónde está la ministra de Economía? ¿Dónde está el presidente Rodríguez? ¿Qué estudios tiene el ministro Blanco para decidir la economía de los funcionarios?

Uno, que ya se las ve venir, pone en práctica el plan B. En vista que los funcionarios vamos a tener menos dinero el próximo año para sobrevivir, he decidido prescindir de la póliza del seguro médico privado. Intentaré solventar la disminución de ingresos con la disminución de gastos. Y así, sinceramente no creo que se arregle la crisis. Y todo gracias a un economista que trabaja en Fomento.

P.D. Sr. Blanco, tenga usted en cuenta que una cosa es la economía, otra Fomento –en mayúscula- y otra muy distinta, el fomentar la economía. De momento, su especialidad –o por lo menos, por la que cobra- es la segunda. No intente interferir en otras especialidades. En algunas profesiones, en las médicas por ejemplo, a eso se le llamaría intrusismo. Supuesta o presunta, claro está.
PUBLICADO EL 26 AGOSTO 2009, EN EL DIARIO MENORCA.