AQUÍ HAY TOMATE

Eso es lo que al menos se dice que presuntamente dijo Mariano. Y no es de extrañar que así fuera. No el hecho de decirlo, sino de haberlo. Y es que uno no da nada a cambio, y mucho menos cuando este uno es el vecino de abajo. Aunque visto como anda el patio, tanto hubiera dado que fuera el de arriba o el de al lado. Y es que el tomate ya tiene su señorío.

No del Toloso ni de Andujar de las Tres Torres y un Canto, pero sí que ha dejado aquel recorrido típico y tópico de la huerta a la cocina. El tomate ahora se cotiza, y mucho. Sólo falta repasar las cuentas del debe y del haber del Cime. Y si la memoria reciente –la histórica está prohibida- no falla, miles de euros ayudaron a determinar qué tipo de tomate tenemos en Menorca. Y es que el eje - Menorca-Lanzarote-Marruecos -, mosquea. . Y más mosquea su abreviatura.

Y con todo lo habido y por haber, hubieran bien podido poner un supermercado, aunque eso sí, con mucho tacto y ojo a la moratoria. En un principio, en tiempos de Arias Navarro el pescado tuvo la culpa de tanto apresamiento. Después fue la naranja y el naranjito, ahora, según dice Mariano ha sido el tomate. ¿Y lo próximo?.

Pues para lo próximo, suerte que tenemos a la nueva abeja que nos alegra la Navidad, que si no, ya nos mandan los quesos a freír espárragos y la sobrasada haciendo collares para los turistas. Y eso, si vienen. Porque también el turismo peligra. Al menos, el nuestro.
Y el futuro está en el campo, aunque a muchos nos duela el espinazo. O al menos, su prevención –la del espinazo, claro-. Pero el campo está infravalorado, o al menos, sus profesionales. Sino por motivos económicos, al menos por el estatus social. Nos hemos convertido en urbanitas y no lo podemos remediar. El campo, eso sí, para pasear y si es posible con viales asfaltados, donde el coche nos lleve hasta el mismísimo mirador o parador, vaya usted a saber las intenciones de los decretos.

Pero estamos en Navidad y debemos dejar por unos instantes toda preocupación y centrarnos en las ilusiones. Que de ilusión también se vive. O al menos, ayuda. A quien no le ayudan mucho, por no decir nada, es a Su Majestad, no al de Oriente, si no al nuestro, al constitucional. Resuelta que este año que por primera vez aparecerá en la televisión vasca con el discurso de Nochebuena, pues va y salta la polémica. Y no con los vascos, sino con el decorado.

Y es que según se dice, supuestamente claro, una empresa ligada con el partido que sustenta al Gobierno de España, será la encargada de ambientar el decorado de fondo con el que aparecerá ante las pantallas de las televisiones. La polémica ya está en la calle. Ahora, sólo faltará que entre en nuestros domicilios. Y la pregunta ¿estarán en el fondo de la imagen las figuras del Nacimiento? ¿Se habrá suprimido toda referencia a la Navidad?. Sin duda, el marketing ya ha entrado en la cena de nochebuena.

De momento con tanto tomate, con tanta cena, hemos logrado alejar de nuestras mentes todo el episodio de los piratas –no corsarios, como bien explicaba Pérez- Reverte -, como también hemos logrado –poco ruido se hace sobre ellos- apartar de nuestros pensamientos el tema del secuestro de los cooperantes, lograremos también por unos días olvidarnos del paro y de las secuelas de esta mal tratada crisis económica, y de los planes de todo un abecedario, cuando la tranquilidad de un buen trabajo dejen abiertas y restablecidas nuestras calles. Ya vendrá enero y más abecedario.

Y mientras, apoyados en esta crisis económica, miles de empleo se liquidarán por motivos gananciales, no económicos. Me refiero a todas estas empresas multinacionales o españolas con dimensión hacia el exterior, que subcontratan a otras empresas extranjeras sus servicios de teleoperadores. ¿Se han preguntado porqué muchos trámites telefónicos no se realizan con empresas españolas, ni siquiera en España?.

El marketing puede, y mucho. El marketing, la negociación, y el tomate. Lo vemos continuamente. Hemos llegado a un punto en que lo normal, lo cotidiano, es realizar injusticias. Si se recurren, si se protestan, se rectifican. Si éstas pasan desapercibidas o el perjudicado es minoría, es sumiso o ignorante, pues crean cátedra. Nos falta una tutela. Una tutela incorrupta. O unos buenos jueces que pongan a cada cual en su sitio.

Rompo la carta que tenía previsto mandar a los Reyes –éstos sí Magos- y la reescribo de nuevo. Pido, ya no solidaridad, ni justicia, ni paz. Se que estos términos, por muy Magos que sean, no podrán traérmelo. Pido eso sí, un nuevo orden, un nuevo chip, que haga que al menos, sino nuestros mandatarios, al menos nuestros jueces, tengan la suficiente libertad para meter a cada uno donde le corresponde.

También es difícil, pero por pedir, que no se pierda.

Bon Nadal.
PUBLICADO EL 24 DICIEMBRE 2009, EN EL DIARIO MENORCA.