¿SOSTENIBLE? NO, GRACIAS

Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo,
pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
(Abraham Lincoln)



O sí que se puede engañar, porque visto lo visto, vaya usted a saber. Un proverbio árabe también lo sentencia bien clarito al decir que “la primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía”. ¿Y ahora qué?. ¿Creemos o no en la sostenibilidad de la economía? Porque la palabra se la juega. Mejor aún, nos la juega. Nos la vende como algo “verde”, o sea, ecologista.

Ahora, cuando todos salen de la crisis –todos, menos nosotros, claro- vamos nosotros e inventamos la fórmula mágica de cómo salir de la crisis. I + D + I, o sea, inventamos lo que haya que inventar. También es cierto que lo de los piratas –la primera parte, claro- ya ha terminado y se hacía necesario desviar la atención hacia otros lares y mares.

Mientras media España vive del paro y la otra media para Zapatero, éste se encuentra de gira por el mundo mundial registrando la patente. En su ausencia –y también desde la lejanía- Moratinos nos arregla el tema de la refugiada saharaui demasiado pronto y necesitamos algo más que dar al mono. Así, los estrategas buscan en el baúl y encuentran el tema del Constitucional. Bono, busca y rebusca y aunque no se arrepiente, hace acto de fe. ¿Y?.

¿Pero qué es lo que es sostenible? ¿La mentira o la economía? . Pero no tenemos tiempo para dudas. En España se presenta en sociedad el remedio que nos salvará de todo –excepto de la gripe A, que ella ya tiene patente y….de corso… -. Y durará veinte años como mínimo. O sea, jubilados y sin pensión… ¡Vaya chollo!

Y había que ponerle un nombre a este engendro. Y a algún lumbrera, de estos seiscientos o más, sabe uno lo que debió aparecérsele, que de allí salió el nombre de marras. Y seguro que incluso cobró productividad por ello. Y es que la administración funciona así. Con presupuestos, presuntos y demás.

Y de presupuestos hablamos. Y no de los domésticos, precisamente. Hace unas semanas que los hogares menorquines con niños a su cargo, van recibiendo una carta del PADI como recordatorio de la campaña 2009, que está a punto de finalizar. Pues muy bien ¿y?. Pues que el PADI, que es el programa de atención dental infantil, -hay que reconocer que es un gran servicio que la administración presta a los hogares, promoviendo una higiene y una salud dental a toda la infancia- no ahorra.

Y como toda prestación de la administración, se le supone que se basará en unos presupuestos, unos dineros que entre todos –o entre algunos- vamos satisfaciendo durante toda nuestra vida. E incluso después de muertos…..

Pues bien, este presupuesto parece que va de sobrado. Y esto en épocas de crisis, o de vacas flacas, suena muy feo. El recordatorio éste, al que me refería, compuesto por sobre, franqueo y folio impreso a ambas caras –por lo de bilingüe-, debe tener un coste que rondará los treinta céntimos de euro como mínimo, tinta incluida. Estas cincuenta pesetas de antaño salen del presupuesto público por cada niñ@ de edades comprendidas entre seis y quince años de edad, independientemente de si sus progenitores hayan o no cumplido con la máxima de efectuar la visita al odontólogo de referencia. Y uno se pregunta, ¿no sería más “sostenible” el que sólo lo mandaran a quienes no hayan cumplido con dicha máxima?.

Y puestos a ahorrar, y esta vez presuntamente no fue culpa del PADI –según ellos, en verano ya tuvieron problemas con la distribución por parte del servicio postal elegido- se podrían haber ahorrado la duplicidad de envíos postales que se han visto obligados a efectuar durante la campaña anual. Resulta que parte de la correspondencia en la que se remitía los talones correspondientes al periodo, nunca llegó a su destino. La causa, presunta siempre. O sea, que de garantía del secreto de la correspondencia, nada de nada. Y que la misma llegue a su destino, menos aún.

Y esto sí que me lo creo. Personalmente, estoy por pedir nómina a dos empresas, una privada y la otra, medio pública. Y no es que la gente o el personal que trabaja en ella escaseen, no. Es que…., mejor me callo. Y me callo, porque de lo contrario tendría que calificar, adjetivamente hablando, claro, a algunos que reparten sobres, al menos a mi domicilio. No es la primera, ni la tercera, ni la décima tantas veces que tengo que entregar algún sobre a mis vecinos. Y a las mismas están ellos conmigo.

Y no es que sea exigente con los demás, ni mucho menos. Ni tampoco les exijo un título para trabajar. Ni tan siquiera en este caso les pido sepan sumar ni restar, solamente con que sepan leer y conozcan los números sería suficiente. ¿Acaso no se dan cuenta que están arruinando a la administración con tanta pérdida de sobre, franqueo y folio impreso a ambas caras? . ¡Y los árboles que se salvarían!, para hablar de una forma más sostenible.

También tengo que reconocer que una serie de repeticiones en dichas presuntas pérdidas me han “obligado” a ser más sostenible, más respetuoso con el medio ambiente. ¡Algo habremos ganado! O sea, más benefactor con la compañía telefónica –en mi caso- que así se ahorra el gasto del sobre-papel-franqueo-impresión.

Harto de no llegarme la factura telefónica, me obligué a volverme benefactor con el medio y pedir que me la mandaran por correo virtual. Así, al menos, evitaré que alguien, por culpa de otro alguien, evite la tentación de abrir mi correspondencia. Mi “secreto” , por decirlo de alguna forma, estará sólo en manos de Internet, que no es nadie.

Y ya no se que prefiero. Que no me llegue, o que me llegue violentada con cúter, saqueada su interior, y pegada con celo, como me ocurrió hace un par de navidades. Y además, para luego sorprenderte al cabo de unas semanas de que archivan la denuncia porque “de las diligencias practicadas no se ha señalado a autor alguno”. ¿Tan difícil era seguir el rastro a la inversa?.

Y eso que la crisis aún no había entrado de forma no-oficial en España. ¿Acaso ha entrado alguna vez de forma reconocida? ¿Por qué tardamos tanto en encontrar la economía sostenible? ¡Si en tiempos de Franco ya se practicaba!. ¡Perdón, que la memoria histórica impide hablar de Franco!.

Y si nos olvidamos de Franco, ¿a quien vamos a echarle las culpas?
A Zapatero, claro.
PUBLICADO EL 2 DICIEMBRE 2009, EN EL DIARIO MENORCA.