Viudas y pensionistas están estos días dando saltos de alegría. Y no es por menos. Llegan a sus domicilios misivas en las que algún miembro de nuestro invicto gobierno, les recuerdan que en este año en que somos co-presidentes de Europa van a disfrutar, pese a la crisis, de mil pesetas más para gastar al mes.
Y no tan sólo eso de las mil pesetas mensuales, no, doce mil pesetas al año. Y eso son ya palabras mayores. No dice, en cambio, que a partir de julio, o sea, cuando dejemos de co-presidir, el pan, la leche, el agua y cuantos otros bienes de consumo de primera necesidad, subirán. Subirán y mucho. No en vano, todos están a la espera. Las rebajas no han existido. O al menos la oferta ha sido diferente, conservadora, beneficiosa para el comerciante.
Y es que en esta España del nieto del capitán Lozano, sólo encuentra uno ofertas en Relenza y Tamiflu. Y no son precisamente nombres de establecimientos comerciales.
Pero que no se quejaran, venia a decir la misiva en cuestión, ya que un uno por ciento era mucho comparado con el cero con tres del resto del IPC y del cero bajo cero de sus señorías del banco azul. Nada decía pero, la misma misiva, de las mil pesetas añadidas a la miseria de siempre, comparadas con el millón largo mensuales que cobran los posaderos del banco azul. Aunque eso sí, bajo cero.
En algo llegamos a ser los primeros. Todo hay que reconocerlo. Los únicos, más bien. España deja de ser el último país desarrollado en salir de la crisis –si es que logra salir- para situarse en el primero del escalafón de los países en vías de desarrollo en intentar remontar la crisis. Es como aquello de los Pirineos y el Norte de África.
Estamos siempre ojo avizor. Cuando lo de la alarma de los nitratos… el agua embotellada subió. ¡Y aún sigue subiendo! Una botella de estas potables y bebibles, la más barata la encontrabas en oferta a catorce céntimos y cuando no, a diecinueve. Con la alarma –que por cierto, los nitratos no paran de subir- subió primero a veintidós y ahora ya alcanza los cuarenta y cuatro. Más del cien por cien de aumento y aquellos jubilados con sólo mil pesetas en el bolsillo, un mísero uno por ciento. ¿Y los noventa y nueve restantes?.
Y las nóminas de los asalariados bajo mínimos. Inferiores a las del año pasado. Un cero con tres, menos el porcentaje de la subida de las retenciones al desaparecer aquel generoso regalo pre-electoral de los cuatrocientos euros para algunos, y algunos menos para otros, supone que el haber en mano, o sea, lo que gastará uno en las caras rebajas de reclamo publicitario, sea inferior al del dos mil nueve. Y eso que estamos en la famosa cuesta de enero. ¿Qué nos ocurrirá cuando sea la cuesta de julio? ¿O la de agosto?.
Y es que se habla tanto del IPC que hasta las eléctricas lo han copiado variando el orden. Pero el orden es lo de menos. La esencia es lo primordial. El escrito lo he titulado con los términos jubileo y jubilado. Y es fácil que se confunda por aquello de la alegría, de la fiesta…, pero no. El nieto del capitán Lozano esta vez acertaría. Y lo mejor del caso, que no faltaría a la verdad en ello. Jubileo, según una alocución del diccionario de la Real Academia, proviene del latín y con significado de la jubilación que se daba al cabo de cincuenta años de servicios, espacio de tiempo del jubileo. Por tanto nada debe extrañarnos cualquier insinuación referente a la ampliación de la edad de trabajar, o lo que es lo mismo, el retraso en la jubilación.
Y es que con casi ocho mil euros mensuales, como mínimo, uno puede pensar mucho.
Y no tan sólo eso de las mil pesetas mensuales, no, doce mil pesetas al año. Y eso son ya palabras mayores. No dice, en cambio, que a partir de julio, o sea, cuando dejemos de co-presidir, el pan, la leche, el agua y cuantos otros bienes de consumo de primera necesidad, subirán. Subirán y mucho. No en vano, todos están a la espera. Las rebajas no han existido. O al menos la oferta ha sido diferente, conservadora, beneficiosa para el comerciante.
Y es que en esta España del nieto del capitán Lozano, sólo encuentra uno ofertas en Relenza y Tamiflu. Y no son precisamente nombres de establecimientos comerciales.
Pero que no se quejaran, venia a decir la misiva en cuestión, ya que un uno por ciento era mucho comparado con el cero con tres del resto del IPC y del cero bajo cero de sus señorías del banco azul. Nada decía pero, la misma misiva, de las mil pesetas añadidas a la miseria de siempre, comparadas con el millón largo mensuales que cobran los posaderos del banco azul. Aunque eso sí, bajo cero.
En algo llegamos a ser los primeros. Todo hay que reconocerlo. Los únicos, más bien. España deja de ser el último país desarrollado en salir de la crisis –si es que logra salir- para situarse en el primero del escalafón de los países en vías de desarrollo en intentar remontar la crisis. Es como aquello de los Pirineos y el Norte de África.
Estamos siempre ojo avizor. Cuando lo de la alarma de los nitratos… el agua embotellada subió. ¡Y aún sigue subiendo! Una botella de estas potables y bebibles, la más barata la encontrabas en oferta a catorce céntimos y cuando no, a diecinueve. Con la alarma –que por cierto, los nitratos no paran de subir- subió primero a veintidós y ahora ya alcanza los cuarenta y cuatro. Más del cien por cien de aumento y aquellos jubilados con sólo mil pesetas en el bolsillo, un mísero uno por ciento. ¿Y los noventa y nueve restantes?.
Y las nóminas de los asalariados bajo mínimos. Inferiores a las del año pasado. Un cero con tres, menos el porcentaje de la subida de las retenciones al desaparecer aquel generoso regalo pre-electoral de los cuatrocientos euros para algunos, y algunos menos para otros, supone que el haber en mano, o sea, lo que gastará uno en las caras rebajas de reclamo publicitario, sea inferior al del dos mil nueve. Y eso que estamos en la famosa cuesta de enero. ¿Qué nos ocurrirá cuando sea la cuesta de julio? ¿O la de agosto?.
Y es que se habla tanto del IPC que hasta las eléctricas lo han copiado variando el orden. Pero el orden es lo de menos. La esencia es lo primordial. El escrito lo he titulado con los términos jubileo y jubilado. Y es fácil que se confunda por aquello de la alegría, de la fiesta…, pero no. El nieto del capitán Lozano esta vez acertaría. Y lo mejor del caso, que no faltaría a la verdad en ello. Jubileo, según una alocución del diccionario de la Real Academia, proviene del latín y con significado de la jubilación que se daba al cabo de cincuenta años de servicios, espacio de tiempo del jubileo. Por tanto nada debe extrañarnos cualquier insinuación referente a la ampliación de la edad de trabajar, o lo que es lo mismo, el retraso en la jubilación.
Y es que con casi ocho mil euros mensuales, como mínimo, uno puede pensar mucho.
PUBLICADO EL 31 ENERO 2010 EN EL DIARIO MENORCA.