“Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar…. “
(Calderón de la Barca. )
Al final del año,
claro. Y al fin habló don Mariano y no sólo una vez, sino en varias. Primero habló a los militares destacados en
el extranjero en misiones “de paz” o humanitarias, como se solía tildar en
otras épocas. Y ante ellos alabó el
espíritu y la disciplina militar.
Mencionó que aquel espíritu de sacrificio y aquella disciplina en la entrega en hacer
el trabajo bien hecho, era lo que se añoraba en la vida civil. Y claro que sí. Y lo dijo fuerte, bien fuerte. Pero sólo lo dijo a sus
videos-conferenciantes. Le faltó cruzar aquellas cámaras y dirigirse a otra
Cámara, la del Congreso y legislarlo allí.
Sus palabras me
llevaron treinta y tantos años atrás, cuando en el pasillo de las oficinas del
cuartel del Regimiento de Infantería Mahón-46 se nos leyeron como mandaba el
protocolo “las leyes penales militares”. Y la lectura nos fue resumida como mandaba la
buena práctica de la institución en sólo
dos artículos, a saber: por el primero nos informaron de que las
infracciones en la vida militar estaban
castigadas con mayor pena; y por el
segundo, que la embriaguez –que en la vida civil era un atenuante- en la
milicia era un agravante -“y además, borracho”, nos repetiría aquel
suboficial-. ¡Y eso que en los
cuarteles, de beber, se bebía…., y mucho!.
Me imagino -casi
mejor, no me imagino- a don Mariano en la rueda de prensa posterior a la
reunión del Consejo de un viernes cualquiera, dando cuenta de la aprobación del anteproyecto de Ley sobre el agravamiento de
penas relativas a casos de corrupción y de otras medidas encaminadas al
sacrificio económico y social de los representantes políticos. Me imagino antiguos pabellones destinados a vivienda de sus señorías –con el menú de rancho
y transporte en furgonetas incluido- y
por ende la supresión de las dietas milenarias –que incluidos pernoctas-
perciben. Me imagino también –¿por qué
no?- la reducción de salario a sus señorías cuando las cámaras de televisión
otean el hemiciclo y sólo cuarenta traseros están aposentados en sus escaños.
Me imagino también
–soñar aún es gratis- que el Senado se disuelve y sus emolumentos van a parar
al fondo de esta jubilación por todos deseada.
Y puestos a imaginar, reducción
del número de escaños por aquí y por
allá. Y de gratificaciones y demás
tentaciones de amistad y solidaridad entre ellos. Que no son pocos….
Y los pies vuelven a
tierra. La rápida retirada de nuestros
soldados en el exterior se contradice con una futura presencia española en
tierras extrañas. La frase salía
bordada. Entre líneas. Pero el acento ya estaba puesto. Detrás de aquella parrafada se escondía un
mensaje, ya no oculto, sino todo lo contrario.
Nuestra presencia y
nuestros muertos en combate servirán para que empresas españolas amplíen
negocio en tierras lejanas. Empresas,
pero no sus trabajadores. Si las tropas
españolas deben permanecer en tierras hostiles es sinónimo de que las empresas
se trasladarán al país amigo. Y los
trabajadores, amigos y más baratos, bajo las condiciones de las
leyes de sus países. Y así no se
crea riqueza social. Al menos en España.
Y Rajoy habló
más. Pidió comprensión y solidaridad
ante un año muy difícil. No pidió
quimeras ni nos las propuso. Fue
sincero. Ni exageró ni minimizó. Las cosas están muy difíciles. Y todos lo sabemos. No negó ni habló de brotes verdes. Aunque eso sí, nos puso una fecha en el
horizonte. Como debe ser. Una fecha a la que todos agarrarnos. Una señal de fe, de identidad patria.
Julio de 2013, por
decir algo. De momento no habrá fin del mundo y posiblemente empezarán los brotes verdes, amarillos o azules,
dependiendo del iris de cada uno, de las simpatías o de las añoranzas de cada
cual. Pero antes de la retreta vendrán
los toques de diana y fajina, y las marchas y la instrucción en orden
cerrado. Y en el abierto si es
necesario. Y la revista y paseo. Y los trabajos cuarteleros.
Y lo peor, la
cifra. Esperaba –que no prometía- no
superar la cifra de los seis millones en la cola del paro. Seis millones quedaban fuera de combate y se
sacrificaban por el resto de compañeros españoles y asimilados. Seis millones y mal repartidos.
En la mili, estos
millones, lo compondrían pelotones
de torpes y rezagados, de vagos,
maleantes y desahuciados de la sociedad.
En la sociedad civil como la nuestra, médicos, profesores, personal cualificado y
quienes aún no han tenido oportunidad de demostrar su valía, engrosan ya buena parte de la
estadística.
Ello es debido sin
duda, a la necesidad de recortar de lo público para beneficiar la mala gestión
privada. Este es otro de los sacrificios. Son las muertes en el campo de batalla, que deja
el negocio de la guerra. Y de la
paz. Empresarios, banqueros y
especuladores nos han llevado a esta cruel batalla económica. Y gobiernos. Muchos gobiernos. Tanto nacionales como extranjeros.
Y los militares
obedecen. Sin rechistar, sin
cuestionar. “Aquí la principal hazaña es
obedecer…” escribiría Calderón de la Barca.
Pero Calderón no se paró
allí, no. Versos antes había escrito también que:
“ Y así, de modestia llenos
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.”
Y Rajoy dijo que
entendía la desesperanza, el escepticismo y la decepción en la sociedad
española. Y es que no puede ser de otra
forma. Máximo cuando los ricos siguen
siendo más ricos y los pobres más pobres.
La crisis no nos afecta a todos por igual. Ni muchos menos.
Y Rajoy habló. Por fin habló. Poco, pero certero. Dijo lo que tenía que decir y lo que muchos
querían oír. Necesitábamos oír. Aunque no lo dijo todo. Ni mucho menos. Dejó mucho sin contar. Mucho que culpar y
mucho que arreglar. De momento, la nave
patria flota, pero no navega.
Conocemos destino, pero
desconocemos rumbo. Son muchos los que
esperan que algún Rodrigo de Triana nos de la voz y saltemos a tierra firme.
Y nos lo
merecemos. Pusimos venda en el 23-F, en
el 11-M, en el tema del Sahara, y tantos y tantos avatares en que, callados,
hemos dejado la responsabilidad y el trabajo en manos de otros. Vivimos de renta y pagamos al
administrador.
A Mariano Rajoy le
faltó entonar la primera estrofa, con aquello de
Este ejército que ves,
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Muchos
no lo hubieran entendido. O no lo
hubieran querido entender.
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PUBLICADO EL 2 ENERO 2013, EN EL DIARIO MENORCA.